Santos, Santa Teresita del Niño Jesús

Conozca más de Santa Teresita del Niño Jesús, su canonización por San Juan Pablo II, su oración a la Virgen María y dónde conseguir más material.

Santa Teresita del Niño Jesús (Santa Teresa de Lisieux)
Celebración: 1 de Octubre
Doctora de la Iglesia

Consiga aquí: Historia de un alma: Manuscritos autobiograficos (Clasicos de Espiritualidad) (Spanish Edition)

Un poco de su Biografía

Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita.

«Siempre he deseado ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

En el año 1887, al oír hablar de un asesino que ha dado muerte a tres mujeres en París, reza y se sacrifica por él queriendo, a todo precio, arrancarlo del infierno. Henri Pranzini es juzgado y condenado a morir guillotinado pero, en el momento de morir, besa el crucifijo. Teresa llora de alegría: su oración ha sido escuchada. Lo llama su primer hijo.

Santa Teresa de Lisieux 1En su peregrinación a Italia, Teresa se da cuenta de que, a pesar de lo “sublime de su vocación”, los sacerdotes tienen pequeñas debilidades. Piensa que hace falta rezar mucho por ellos, porque son hombres “débiles y frágiles”. Teresa comprende que su vocación no consistirá sólo en orar por la conversión de los grandes pecadores, sino también en rezar por los sacerdotes.

Un año después de su muerte se publica un libro a partir de sus escritos: Historia de una Alma, que va a conquistar al mundo y dará a conocer a esta joven religiosa que había amado a Jesús “hasta morir de amor”. Una vida escondida iba a iluminar el mundo. Y esto dura ya más de cien años.

En todas las situaciones y en todos los actos de su vida Teresa aplica esta regla: Si Dios le pide algo y ella se siente incapaz de hacerlo, Èl lo hará por ella. Un ejemplo: amar a todas sus hermanas como Jesús las ama le es imposible. Entonces, uniéndose a Èl, será Èl quien las amará en Teresa:

“Sí, lo sé, cuando soy caritativa, es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más unida estoy a Èl, más amo a todas mis hermanas” (Manuscrito C, 13).

He aquí un camino de santidad que se abre a todos, a los pequeños, los pobres, los que sufren: aceptar la realidad de las propias debilidades y ofrecerse a Dios tal como uno es para que Èl intervenga en nosotros.

Canonizada en 1925 por Pío XI, este mismo Papa la proclamó, patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida religiosa jamás franqueó los muros de su convento de Lisieux, aunque deseó ardientemente ser misionera.

Santa Teresa de Lisieux 2

Juan Pablo II ante unos 70 mil fieles, ante 16 cardenales y numerosos obispos, ante una delegación oficial francesa y ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, declaraba doctora de la Iglesia universal a Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, una muchacha normanda que murió a los 24 años de edad y que nunca pisó un aula universitaria.

Oración de Santa Teresa a la Virgen

“Para que una hija
pueda a su madre querer,
es necesario que ésta
sepa llorar con ella,
que con ella comparta
sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía!,
cuántas y amargas lágrimas
lloraste en el destierro para ganar mi corazón,
¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte
y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres como yo”.

Otros recursos

Corazones.org
ACI Prensa
Abandono.com

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