Novena a San Antonio de Padua, Día 4

Por la señal …

ORACIÓN INICIAL

¡Amadísimo Protector mío, San Antonio! Heme aquí, a tus pies, plenamente confiado en tu poderosa intercesión. Mírame con aquel espíritu de dulce y tierna compasión con que mirabas a los pobres. ¡Pobre soy yo, Santo mío! Me veo lleno de miserias. La vida para mi es continua lucha. Pan de felicidad, de alegría, de salud, de paz, de virtud… ¡cuánto me hace falta y cuánto espero de tu amorosa protección! Otórgamelo, te lo pido humildemente, para que tu nombre de Taumaturgo sea nuevamente glorificado. Creo en tu poder, espero en tu bondad, amo tu corazón de padre y bendigo a Nuestro Señor, que te hizo grande en la tierra y en el cielo. Amén.

DÍA CUARTO

Caridad fraternal de San Antonio. He aquí un Santo cuya vida fue un holocausto de entrañable amor a los hombres. Puede decirse que toda ella no fue sino una caricia a los pobres pecadores, a los tristes enfermos, a los atormentados por las negruras de la miseria… Y tanto placer debió de encontrar el Santo en este amor fraterno a sus semejantes, que ni la muerte lo interrumpió… Hoy, como en vida, sigue prodigándonos las mismas caricias.. ¡Qué su ejemplo me mueva a compasión de los desgraciados!

Tres glorias a la Santísima Trinidad

RESPONSORIO

Si buscas milagros, mira:

Muerte y error desterrados,

Miseria y demonio huidos,

Leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira,

Redímense encarcelados,

Miembros y bienes perdidos

Recobran mozos y ancianos.

El peligro se retira,

Los pobres van remediados;

Cuéntenlo los socorridos,

Díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira,

Redímense encarcelados,

Miembros y bienes perdidos

Recobran mozos y ancianos.

ORACIÓN FINAL

¡Oh! Astro de España, Perla de pobreza, Antonio, Padre de la ciencia, Ejemplo de pureza, Lumbre de Italia, Doctor de la verdad, Sol de Padua resplandeciente en señales de claridad. Amén.

V. Predicador egregio, ruega por nosotros, Antonio beatísimo.

R. Para que por tu intercesión alcancemos los gozos de la vida.

ORACIÓN. Alegre, Señor, a vuestra Iglesia la devota y humilde oración del glorioso San Antonio, vuestro siervo; para que seamos siempre socorridos en esta vida con los auxilios de la gracia y merezcamos conseguir después los gozos eternos de la gloria; por Nuestro Señor Jesucristo, que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.