Novena a Nuestra Señora de la Dulce Espera, Día 9

Oraciones para todos los días

Señal de la cruz: En el nombre de Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Para arrepentirse de los pecados: “Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia, Ni retires de mí tu Santo Espíritu” (Salmo 51,3.12)

Jaculatoria: “Nuestra Señora de la Dulce Espera, Ruega por nosotros”

Día 9: Jesús nos da a María como Madre
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: ‘Mujer, aquí tienes a tu hijo.’ Luego dijo al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre.’ Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.” (Jn. 19,25-27)

Reflexión: La maternidad de María, que se convierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. A los pies de la cruz comienza aquella especial entrega del hombre a la Madre de Cristo. La entrega es la respuesta al amor de una persona y, en concreto, al amor de la Madre. Por eso, a través de los siglos, de entre los diversos pueblos y naciones de la tierra, el hombre se dirige a María con veneración y confianza, como quien se dirige a su madre y busca en su fe el sostén para la propia fe.

Oración: María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra, sabemos que nos acompañas en el camino de la vida intercediendo por nosotros y por nuestras necesidades. Danos un corazón fuerte y generoso. Gracias porque cada uno de nosotros somos participes de la vida de Dios.
Te pedimos que nos enseñes a respetar, proteger y defender la vida, especialmente la más débil e inocente. Inspira y protege especialmente a aquellos que, condicionados por el medio y las circunstancias que los rodean, no llegan a ver que la vida es siempre un bien. Que ellos sepan que “ninguna cosa es imposible para Dios” (Lc. 1,30-37) y se entreguen con confianza a su providencia benévola. Bendícenos y guíanos en este camino para poder florecer en virtud y santidad. Confiamos en tu intercesión y esperamos con fe que Jesús nos conceda lo que pedimos.

A cada intención respondemos: “Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.”

– Por los bebés no deseados, sus madres y padres.
– Por los niños abandonados.
– Por los que sufren.
– Para que trabajemos en defensa de la vida humana.
– Por la intención particular con que rezamos esta Novena.

Rezar el Padrenuestro, Ave María y Gloria.

Bendice, Señor, a cada niño que está por nacer. Amén.